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26 de noviembre

 

San Lucas 21, 29-33

Ya se nos está terminando el año, y ya se nos termina el año litúrgico, ya en unos días comenzamos el adviento, este tiempo de preparación gozosa a la Navidad, y el evangelio de Jesús sigue con esta tonalidad escatológica del fin de los tiempos y una vez más Jesús nos da otra máxima para nuestra vida, otro principio para el corazón, del que tenemos que recordar y vivir siempre.

 

Escuchen: –“El cielo y la Tierra pasaran, pero mis palabras no pasaran”. ¡Que grande Jesús! ¿Jesús es Dios, por eso tiene pretensiones de eternidad en nuestro corazón.

 

Nosotros podemos jugar con esta frase y decir: -las modas pasaran, las ideologías pasaran , mis caprichos pasaran, mis idas y venidas pasaran, mis problemas familiares pasaran, mis problemas de estudio pasaran, aquellas cosas que no resuelvo pasaran; pero la Palabra de Jesús, no pasaran nunca, ¡que fantástico!  Poder descubrir que cuando nosotros abrazamos en la Fe la palabra de Dios, estamos abrazamos algo novedoso pero a la vez tan firme, tan estable en el que podemos cimentar nuestra vida.

 

Nuestra vida ya no está sujeta a los vaivenes de la moda, de las ideologías, de los caprichos, de las locuras mías o ajenas. Sino que mi vida puede estar firme en la Palabra cariñosa y amorosa de Jesús. Ahí tenemos que poner el corazón, en las palabras amorosas, cariñosas, esperanzadoras de Jesús. “El cielo y la tierra pasaran, pero mis palabras no pasaran”, nos dice Jesús.

 

Jesús, Tú pareces haber aprendido tanto de la naturaleza. Concédeme el mismo conocimiento, de manera que pueda captar la presencia, la acción y el cuidado de Dios en mi vida.

La mención de esta higuera en este evangelio me recuerda a la otra higuera a la que se le concede una segunda posibilidad de dar fruto. ¿Tengo el coraje para empezar de nuevo cuando las cosas no funcionan la primera vez?

Es una dura lección: cuando nuestras vidas se vuelven inciertas y llenas de temores, el Reino de Dios está cerca. Está presente en los Misterios Dolorosos, así como en los Gozosos. San Juan de la Cruz decía: "El amor es fruto de la fe, es decir, de la oscuridad" Nos aferramos a Ti.