San Lucas 1, 57-66.80
San Juan Bautista es uno de los tres únicos que la Iglesia
Católica conmemora el día de su nacimiento en lugar del día de su muerte. Las
otras festividades son el nacimiento de Jesús y el de la Virgen María. Juan estaba
destinado a tener un peso importante en el transcurso de la vida de Cristo y en
el desarrollo del cristianismo en general, incluso antes de nacer.
El Evangelio de San Lucas cuenta que Isabel (la madre de
Juan), anciana y estéril, cumplió sus deseos de tener descendencia después de
que el arcángel Gabriel anunciase a Zacarías, su marido, que Isabel le daría un
hijo y al que llamarían Juan. Meses más tarde, ya en cinta, Isabel recibió la
visita de María, su prima. "El niño saltó de gozo en el seno de Isabel",
relata este mismo evangelio.
Estos acontecimientos, considerados de una maravilla
excepcional, hacen que la Iglesia considere a San Juan Bautista como anunciador
de la venida de Dios y como su precursor.
Su nacimiento se celebra el 24 de junio, justo seis meses antes que
Jesucristo. También es venerado en otras confesiones como el islam.
En su etapa adulta, Juan vivió como asceta en el desierto de
Judá. Era el líder de una secta que, como muchas otras de la época, vaticinaban
la llegada de un Mesías. El bautismo tenía una gran importancia en esta
comunidad. No era una mera formalidad, el gesto implicaba un auténtico cambio
en la forma de vivir y pensar. De ahí que se llamasen bautistas. Un día, Juan
recibió en río Jordán a Jesús, quien le solicitó que le bautizase. "Soy yo
quien debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" (Evangelio de San
Mateo, 3:14).
Desde ese momento, Juan se volvió admirador de Cristo y
predicó sus hazañas, aunque por poco tiempo. Su mensaje inquietó a las autoridades
romanas y Herodes ordenó su detención. poco después fue decapitado