San Juan 17,20-26.
Otra vez nos reunimos, como todos los Jueves, para escuchar
a Jesús que quiere venir a nosotros a través de su Palabra.
Este Jueves encontramos a Jesús en el Monte de Los Olivos.
Él siente una tristeza de muerte, una tristeza profunda. Cuanto más solo se
siente, cuanto más le pesa la Pasión, se confía al Padre. Él confía todo su
dolor al Padre. Y en ese confiarle al Padre, le confía a los suyos, a sus
amigos, a los discípulos.
Y también nos confía a nosotros, los que creemos en el testimonio de los discípulos.
Qué bien nos hace saber antes de que existiéramos, Jesús ya
había rezado por nosotros para que creyéramos en Él, para que seamos uno en Su
nombre. Quiso mostrarnos cuánto nos ama el Padre, y no quiere dejarnos
huérfanos. Por eso va a prepararnos un lugar. Ese lugar está en el Corazón del
Padre.
Qué bien nos hace
saber que tenemos un lugar en el Corazón de Dios, gracias a Jesús. Qué bien nos
hace saber que ese lugar que Jesús nos da en el Corazón de Dios por Amor, nos
hace uno con Dios y nos hace uno entre nosotros, que nos compromete a poner el
hombro ante las necesidades de los hermanos y donde Él asegura que, donde
nosotros estemos, Él nos va a acompañar.
Pidámosle al Señor que en este Jueves nos ayude a comprender
cada vez más este misterio de Amor en el que estamos comprometidos con Jesús, y
que nos ayude a profundizar cada día nuestra amistad con Dios.