San Mateo 6,24-3
Jesús habla de que no podemos servir a dos señores, porque
si intentásemos este servicio, de este modo despreciaríamos a uno, tendríamos
cariño por el otro, o tendríamos más dedicación y esfuerzo con el primero y no
tanto con el segundo, y el Evangelio termina diciendo que no podemos servir a
Dios ni al dinero.
Y después, de manera extensa, la Palabra va relatándonos que
implica este servir a un solo señor, este tener a Dios como verdadero centro de
nuestro corazón, Dios y su Reino, porque con la frase final nos indica todo lo
que quiere enseñarnos: “Busquen el Reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá
por añadidura.
En realidad, cuando nosotros analizamos un poquito el
Padrenuestro que Jesús nos enseñó a rezar, vemos que esta enseñanza que Jesús
nos da hoy está grabada en él. En la primera parte del Padrenuestro le pedimos
al Padre que su nombre sea santificado, que venga su Reino y se haga Su voluntad;
y en la segunda parte le pedimos las necesidades nuestras más ordinarias: tener
el pan diario, tener su perdón, también vivir en paz con nuestros hermanos y no
caer en el pecado.
“No se puede servir a dos señores”, esto es algo que
atraviesa hondamente la enseñanza de Jesús. Cuantas veces nosotros estamos
afanados detrás de las cosas, del trabajo, del dinero, afanados pendientes de
como llegamos a terminar el mes y en realidad no ponemos esta atención a las
cosas de Dios, a las cosas de los más necesitados, no ponemos nuestra atención
para ver cómo están los que más sufren, los que están en las periferias
existenciales como dice el Papa Francisco. No estamos tan atentos a rezar
mejor, a dedicarle este tiempo sólido en nuestros días al encuentro con Él. No
estamos tan atentos a la celebración de la Eucaristía del Domingo, por ejemplo.
Esta es la invitación de la Palabra para este día, que
pongamos primero lo primero y luego lo demás, no quiere decir “despreocuparse”
de las cosas que nosotros todos los días debemos atender.
Por eso la invitación de este Evangelio es preciosa, ojalá
podamos llevarlo cada vez más a la práctica. No se agobien, no se preocupen por
el mañana que a cada día le bastan sus disgustos, ustedes ocúpense del Reino de
Dios y lo demás les será dado por añadidura.