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18 de junio


 San Mateo 6,24-3

Jesús habla de que no podemos servir a dos señores, porque si intentásemos este servicio, de este modo despreciaríamos a uno, tendríamos cariño por el otro, o tendríamos más dedicación y esfuerzo con el primero y no tanto con el segundo, y el Evangelio termina diciendo que no podemos servir a Dios ni al dinero.

Y después, de manera extensa, la Palabra va relatándonos que implica este servir a un solo señor, este tener a Dios como verdadero centro de nuestro corazón, Dios y su Reino, porque con la frase final nos indica todo lo que quiere enseñarnos: “Busquen el Reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura.

En realidad, cuando nosotros analizamos un poquito el Padrenuestro que Jesús nos enseñó a rezar, vemos que esta enseñanza que Jesús nos da hoy está grabada en él. En la primera parte del Padrenuestro le pedimos al Padre que su nombre sea santificado, que venga su Reino y se haga Su voluntad; y en la segunda parte le pedimos las necesidades nuestras más ordinarias: tener el pan diario, tener su perdón, también vivir en paz con nuestros hermanos y no caer en el pecado.

“No se puede servir a dos señores”, esto es algo que atraviesa hondamente la enseñanza de Jesús. Cuantas veces nosotros estamos afanados detrás de las cosas, del trabajo, del dinero, afanados pendientes de como llegamos a terminar el mes y en realidad no ponemos esta atención a las cosas de Dios, a las cosas de los más necesitados, no ponemos nuestra atención para ver cómo están los que más sufren, los que están en las periferias existenciales como dice el Papa Francisco. No estamos tan atentos a rezar mejor, a dedicarle este tiempo sólido en nuestros días al encuentro con Él. No estamos tan atentos a la celebración de la Eucaristía del Domingo, por ejemplo.

Esta es la invitación de la Palabra para este día, que pongamos primero lo primero y luego lo demás, no quiere decir “despreocuparse” de las cosas que nosotros todos los días debemos atender.

Por eso la invitación de este Evangelio es preciosa, ojalá podamos llevarlo cada vez más a la práctica. No se agobien, no se preocupen por el mañana que a cada día le bastan sus disgustos, ustedes ocúpense del Reino de Dios y lo demás les será dado por añadidura.