San Juan 8, 21-30
La Palabra de este día, que nos llega por medio de San Juan,
nos muestra, como hemos percibido de modo especial es esta cuaresma, la grieta
creciente entre los Fariseos y Jesús.
Las acciones, los milagros, las palabras de Jesús no
terminan de alcanzar para que ellos puedan reconocerlo, sino que, por el
contrario, cierran cada vez más, paradójicamente, sus corazones, por eso Jesús
claramente les dice, “Ustedes son de aquí abajo, Yo Soy de lo alto, ustedes son
de este mundo, yo no soy de este mundo y porque
no creen morirán en sus pecados…
Los fariseos no obstante siguen sin entender, sin creer y
cerrándose cada vez más en su bronca, en su odio contra Jesús, sin embargo,
muchos de los que lo escuchaban, empezaron a creer…Jesús sigue anunciando,
proclamando… “Cuando ustedes hayan levantado en alto al hijo del hombre,
entonces sabrán que Yo Soy y digo lo que el Padre me enseño”
Llegando ya a las puertas de la semana Santa, en este tiempo
de Gracia, la Palabra del Señor viene a interpelarnos, a mover nuestro corazón,
a sacudirlo, para que no se nos pase de largo la Gracia, la Misericordia, la
Salvación.
Cuántas veces aun reconociéndonos creyentes, quizás no
cerramos el corazón del todo a Dios, pero si, nos acostumbramos a Él y dejamos
pasar, dejamos para mañana, no lo escuchamos, no le pedimos perdón, no le
creemos y nos entretenemos con las cosas del mundo, nos olvidamos del cielo,
sólo confiamos en nosotros y por eso mismo no nos dejamos abrazar por este Dios
que nos Salva, escuchamos la Palabra pero Ella ya no nos interpela…también
nuestra vida de fe, necesita conversión, misericordia, renovarse y aumentarse.
Señor Jesús que te
manifiestas y revelas a diario en nuestra vida,
que eres siempre Fiel a la voluntad del Padre, sigue mostrándonos tu
misericordia y entregándote para salvarnos, danos un corazón humilde, danos un
corazón atento, ayúdanos a creer en ti, convirtiéndonos, volviendo nuestra vida
a Ti.