San Lucas 24,35-48.
Hoy la Iglesia nos regala, en el Evangelio de Lucas, esta
aparición de Jesús.
Jesús que se hace presente en medio de sus discípulos, y los
discípulos tienen un miedo muy grande: el miedo de que Jesús sea un fantasma
sea algo distinto a ellos; lo que produce mucho temor, por eso dice el texto:
los dejó atónitos. Y Jesús ahí nomás les responde: ¿por qué tienen miedo?, soy
yo. Tóquenme, véanme… ¿tienen algo para
comer? Y dice el texto que tomó el alimento y lo comió delante de ellos.
Es un texto que nos
recuerda algo grande. Nos recuerda que Dios ha hecho una opción por la
humanidad; y a pesar de su Pasión y de su Muerte no se desencantó de la
humanidad, sino que sigue optando por la humanidad. Resucitado sigue entre
nosotros, sigue acercándose a nosotros. Es como que da otra oportunidad; es
como que el Señor sigue poniendo su mirada, deteniendo su mirada sobre
nosotros.
Hoy, a la luz de este Evangelio, es un día para alegrarse
mucho, alegrarse por tener este Dios que tiene una mirada de esperanza sobre
nosotros, que confía en nosotros más de lo que nosotros confiamos en nosotros
mismos; un Dios que sigue apostando por nosotros.
Y, a la vez, este Evangelio nos regala una nueva mirada
sobre nosotros: si en mis lugares de vida: en mi familia, en mi trabajo, entre
mis amigos, en mi lugar de estudio… hay o hubo situaciones de muerte, situaciones
de dolor, de tristeza, si sufrí heridas… este Evangelio me dice: ¡sigue
apostando por los tuyos, sigue jugándote por ellos, otra oportunidad, sigue
creciendo; sigue, juntos, madurando!
Un Evangelio que llena la mirada y la vida de esperanza.