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17 de febrero

 

San Marcos 8, 27-33

Quiero compartir dos pensamientos contigo en este día, sobre este evangelio. En primer lugar, es la importancia de la figura de Pedro entre los discípulos. Ante esta pregunta que Jesús les hace "¿quién dice la gente que soy yo?"  ellos le dicen lo que "en la calle se dice"; dicen que es Juan el Bautista, otros Elías, otros alguno de los profetas.

 Cuando Jesús les dirige la pregunta a ellos, ahí todos se quedan mudos. El único inspirado por Dios, según dice el evangelio "no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino el Padre que está en el cielo" es Pedro. Pedro que es piedra, sobre la cual Jesús edifica su iglesia.  Y esto nos hace pensar en la importancia que tiene el papa sobre la iglesia.

Y el segundo pensamiento que te invito a mirar, es lo que Jesús dice con respecto a su futuro. El profetiza y dice que debe sufrir, ser rechazado, condenado a muerte y resucitar en el tercer día. Y dice el evangelista Marcos que "les hablaba de esto con total claridad". Que bueno porque Jesús nunca se ilusionó con que su misión iba a ser todo fácil, Él nos enseña que el camino que lleva a la vida es un camino estrecho, que pocos transitan en él, pero Él es el que lo va transitando y que va abriendo el camino…

Él nos abre el camino yendo al Calvario con decisión, con plena libertad porque a Él nadie le quitó la libertad, "yo a mi vida la doy libremente, nadie me la quita". Y también nos enseña que este es nuestro camino, si deseas te invito a que retomes las bienaventuranzas el capítulo 5 de Mateo… al final de todo dice "bienaventurados ustedes cuando los insulten, los proscriban, los maltraten de cualquier forma a causa de mi nombre. Alégrense y regocíjense". Alegrarse profundamente cuando somos maltratados a causa de Jesús, porque somos cristianos y queremos vivir de otra manera, porque entonces nuestro corazón estará más profundamente arraigado en Cristo y ya nadie nos moverá de esta roca preciosa que es la presencia del Señor.