San Marcos, 7, 31-37
El 11 de febrero es una fecha que está reservada en el
santoral católico para venerar a la virgen de Lourdes, en un día en el que se
rememora una de las advocaciones marianas que se celebran lo largo del año para
honrar a la Virgen María.
El 11 de febrero de 1858, cuatro años después de que la
Iglesia católica estableciese el dogma de la Inmaculada Concepción de la
Virgen, que decretaba que la madre del Señor estaba libre de todo pecado,
Nuestra Señora de Lourdes se apareció en la gruta de Masabielle, un lugar que
se ha convertido en enclave de peregrinación para todos aquellos que acuden a
visitar el santuario de Lourdes para encomendarse a la Virgen, que años atrás
visitó a una niña de una familia humilde a la que en un principio las
autoridades eclesiásticas no creerían.
Hasta en dieciocho ocasiones la Virgen visitó a Bernadette
Soubirous para asegurarse de que se llevase a cabo una capilla en su honor, a
la que los cristianos acudiesen en procesión. Aunque desde un principio hubo
visitas a la gruta, no fue hasta que el obispo de la época dispuso
oficialmente que la Iglesia creía en la veracidad de las apariciones de la
Virgen cuando se impulsó la edificación del santuario en honor a la madre del
Señor.
La cueva en la que se presentó Nuestra Señora de Lourdes
ante Bernadette Soubirous se prepara cada invierno para la temporada de
peregrinaciones, durante la que se organizan congresos a los que pueden acudir
los fieles. Entre los gesto que tradicionalmente realizan los peregrinos ante
los pies de María en la gruta de Massabielle, se suelen encender velas y coger
agua bendita de la fuente, para lo que se suelen formar grandes colas.