Páginas

22 de enero

 

San Marcos 3, 20-21

Hoy podemos observar en este evangelio que la personalidad de Jesús era muy atrayente y esto era para todo el mundo. Tan atrayente fue que cuando regresó de nuevo a la casa se juntó tanta gente que ni siquiera tenía la posibilidad de comer. Esta situación provocó distintas actitudes especialmente para su círculo familiar más cercano, a tal punto que llegaban a afirmar que era un exaltado, un loco, una persona fuera de sí.

Lo que pasa es que cuando se trataba de predicar el Reino de Dios, Jesús ponía vida, alma y corazón. Jesús era un apasionado por la misión encomendada por su Padre. Muchas personas no lo comprendían justamente porque no estaba dentro de los parámetros normales que la sociedad presentaba. Jesús realmente era un enamorado de las cosas que Dios le iba revelando, y cuando uno está enamorado, cuántas locuras se cometen.

Creo que la sociedad de hoy en día necesita a personas con la personalidad de Jesús, que podamos testificar con nuestra vida, hasta la locura, que la presencia de Jesús habite en nuestro interior, que podamos hacer carne lo que Jesús nos dice y nos revela a través de su Palabra. Aunque esto provoque muchas veces escándalos y aunque experimentemos interiormente que caminamos contra la corriente.

Que nuestro testimonio de vida sea atrayente para los demás, de tal manera que cuando otros vean, también puedan anhelar y decir "yo también quiero ser Cristiano".