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8 de noviembre

 

San Lucas 17,1-6

El evangelio de hoy nos presenta tres palabras distintas de Jesús: una sobre cómo evitar el escándalo de los pequeños, la otra sobre la importancia del perdón y una tercera sobre el tamaño de la fe en Dios que debemos tener.

 

El escándalo es aquello que hace que una persona se tropiece y caiga. A nivel de fe, significa aquello que desvía a la persona del buen camino. Escandalizar a los pequeños quiere decir ser el motivo por el cual los pequeños se desvían del camino y pierden la fe en Dios. Porque Jesús se identifica con los pequeños, con los pobres (Mt 25,40.45). Son sus preferidos, los primeros destinatarios de la Buena Nueva (cf. Lc 4,18). Quien les hace daño, hace daño a Jesús.

 

Segunda palabra: Perdonar al hermano. El perdón y la reconciliación son uno de los asuntos en que Jesús más insiste. La gracia de poder perdonar a las personas y reconciliarlas entre ellas y con Dios se le dio a Pedro (Mt 16,19), a los apóstoles (Jn 20,23) y a la comunidad (Mt 18,18).

 

Tercera palabra: Aumentar en nosotros la fe. En este contexto de Lucas, la pregunta de los apóstoles aparece como motivada por la orden de Jesús de perdonar hasta siete veces al día, al hermano y a la hermana que peca contra nosotros. Perdonar no es fácil. El corazón queda magullado y la razón presenta mil motivos para no perdonar. Solo con mucha fe en Dios es posible llegar hasta el punto de tener un amor tan grande que nos haga capaces de perdonar hasta siete veces al día al hermano que peca en contra de nosotros. Humanamente hablando, a los ojos del mundo, perdonar así es una locura y un escándalo, pero para nosotros esta actitud es expresión de la sabiduría divina que nos perdona infinitamente más.