San Mateo 8,28-34
Ante la presencia de Jesús los demonios huyen, en la
presencia de Jesús los demonios son expulsados. Por eso es muy importante que
sepamos esto, si en nuestras vidas queremos que el mal no esté acudamos siempre
a Jesús.
Parece simple lo que les digo, pero aunque no lo crean
muchos de nosotros ante el mal nos quedamos quietos y es más antes de acudir a
Dios le damos más poder al mal y le tememos.
Y al tener miedo nos paralizamos y no hacemos nada, no se
hace nada como se ve en el Evangelio de Hoy, habían dos endemoniados y nadie
hacía nada, estaban completamente excluido de la sociedad, una sociedad egoísta
que antes de alegrarse por el bien de dos hermanos que Jesús había curado
decidieron excluir a Dios al rogarle que se fuera de su territorio por estar enceguecidos
por lo material, enceguecidos en el egoísmo, en el fondo enceguecidos por el
demonio.
En este momento
podríamos preguntarnos si somos esa clase de persona. Qué me interesa más ¿el
bien de las personas o sólo lo material? ¿soy una persona generosa? ¿pertenezco
a esa sociedad materialista y egoísta que no le importa dejar excluida a las
personas? ¿pertenezco a esta sociedad que deja de lado a Dios y lo excluye?
Porque el mal que está en nuestra sociedad es el fiel reflejo de nuestros
egoísmos.
Muchos de nosotros que creemos seguramente queremos que el
mal no esté entre nosotros. Es por eso que tenemos que dejar entrar a Jesús en
nuestras vidas, tenemos que dejar que Jesús entre a nuestros grupos, en
nuestras comunidades y se afiance más. Tenemos que dejar que Jesús entre en
nuestra sociedad. En la medida que cada uno de nosotros viva con Jesús, viva en
la presencia de Dios el mal de nuestro alrededor será expulsada.
Aprendamos a vivir en la presencia de Jesús desde la
oración, los sacramentos y sobre todo desde la generosidad. Que Jesús nos de la
gracia de vivir siempre con él.
Que tengan una bendecida jornada.