San Mateo 5,17-19
La Palabra, siempre iluminando y orientando nuestros pasos en la vida y en este tiempo de Gracia, nos presenta hoy a Jesús en el Sermón del Monte, que hemos estado leyendo desde el lunes.
Jesús se dirige a la multitud y a sus discípulos enseñándoles las bienaventuranzas, les dice, ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo, para luego como escuchamos hoy en el evangelio, presentarse como Aquel que viene a dar plenitud, consumar, llevar hasta sus últimas consecuencias la ley. Él no vino a anular la ley, sino a que se cumpla plenamente y quien la viva y enseñe a vivirla, será grande en el Reino de Dios.
El tiempo de la cuaresma, es un tiempo de gracia, para volver a Jesús, reencontrarnos con Él y su mensaje y desde Él renovar y revitalizar nuestro discipulado, purificando el corazón y volviendo a lo esencial, a lo importante
A veces nuestro seguimiento a Jesús, nuestra vida cristiana se vuelve Light. Nos decimos buenos cristianos, pero acomodamos la Palabra y estilo de vida de Jesús a nuestra mediocridad o nos puede pasar también que sólo nos quedamos en preceptos y prescripciones, siendo muy duros con nosotros mismos y los demás y perdiendo el Espíritu que Jesús propone e invita.
Volver al Señor, convertirse, cumplir los mandamientos y enseñar a vivirlos, llevar a plenitud las enseñanzas de la ley, es creo yo, volver a creer y vivir radicalmente y apasionados la vida de Jesús. Volver a querer con toda la vida seguir sus huellas, llegar hasta “donde no puedas” con la confianza de que su Gracia basta para vivir lo que para muchos es imposible, el ir contracorriente, el seguir construyendo su Reino.
Señor dame la gracia de reencontrarme contigo, porque es
allí, en ese encuentro íntimo y personal con contigo, en tu amor que salva y da
vida, donde se renueva la experiencia y la certeza de que vale la pena seguir,
vale la pena jugarse por el Reino.