San Lucas 1, 26-38)
Hoy la
iglesia celebra la Anunciación del Señor. Y vemos en el «alégrate, llena de
gracia» (Lc 1,28) oímos por primera vez el nombre de la Madre de Dios: María
(segunda frase del arcángel Gabriel). Ella tiene la plenitud de la gracia y de
los dones. Se llama así: «llena de gracia» (saludo del Ángel).
Quizás con
15 años y sola, María tiene que dar una respuesta que cambiará la historia
entera de la humanidad. San Bernardo suplicaba: «Se te ofrece el precio de
nuestra Redención. Seremos liberados inmediatamente, si tú dices sí. Todo el
orbe está a tus pies esperando tu respuesta. Di tu palabra y engendra la
Palabra Eterna». Dios espera una respuesta libre, y "La llena de
gracia", representando a todos los necesitados de Redención, responde:
¡hágase! Desde hoy ha quedado María libremente unida a la Obra de su Hijo, hoy
comienza su Mediación. Desde hoy es Madre de los que son uno en Cristo (cf. Gal
3,28).
Benedicto
XVI decía en una entrevista: «[Quisiera] despertar el ánimo de atreverse a
decisiones para siempre: sólo ellas posibilitan crecer e ir adelante, lo grande
en la vida; no destruyen la libertad, sino que posibilitan la orientación
correcta. Tomar este riesgo —el salto a lo decisivo— y con ello aceptar la vida
por entero, esto es lo que desearía trasmitir». María: ¡he aquí un ejemplo!
Tampoco San
José queda al margen de los planes de Dios: él tiene que aceptar recibir a su
esposa y dar nombre al Niño (cf. Mt 1,20s): Jesús, "el Señor salva".
Y lo hace. ¡Otro ejemplo
La
Anunciación revela también a la Trinidad: el Padre envía al Hijo, encarnado por
obra del Espíritu Santo. Y la iglesia canta: «La Palabra Eterna toma hoy carne
por nosotros». Su obra redentora —Navidad, Viernes Santo, Pascua— está presente
en esta semilla. Él es Emmanuel, «Dios con nosotros» (Is 7,15). ¡Alégrate
humanidad!
Las fiestas
de San José y de la Anunciación nos prepararan admirablemente para celebrar los
Misterios Pascuales