San Juan 2,
1-11
Este texto nos invita a descubrir los signos
de Jesús en este milagro del agua cambiada en vino en estas bodas en Caná. Y
sabemos también que este texto anticipa la gloria de Jesús que finalmente será
en la resurrección y así también entonces evoca en los discípulos su fe en Él.
Pero hoy
celebramos particularmente a María en esta advocación tan linda como Madre y
Medianera, aquella que intercede por nosotros ante Dios para que descienda
entonces su Gracia. Y el regalo y la invitación propia del evangelio se nos
hace esta decisión de la madre al decir “hagan todo lo que él les diga”, no
sólo como una orden dada a los sirvientes o una orden que recibimos para mirar
a Jesús, sino también porque manifiesta la confianza de aquella que sabe lo que
puede hacer el Hijo por nosotros, o como los que están disfrutando de esta boda
y padecen esta necesidad.
Reconocer su
fe en Jesús nos hace creer más, confiar más en lo que Él puede obrar en
nosotros, aunque no lo sepamos. Y descubrimos así que en el agua de nuestras
vidas donde se acaba el sabor… donde falta la alegría del buen vino es su
Gracia la que se desborda y nos plenifica.
Le pedimos a
María que interceda por nosotros para que le acerque a Dios nuestra necesidad y
recibamos la abundancia de su Misericordia.