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7 de enero

San Juan 2, 1-11

 Este texto nos invita a descubrir los signos de Jesús en este milagro del agua cambiada en vino en estas bodas en Caná. Y sabemos también que este texto anticipa la gloria de Jesús que finalmente será en la resurrección y así también entonces evoca en los discípulos su fe en Él.

Pero hoy celebramos particularmente a María en esta advocación tan linda como Madre y Medianera, aquella que intercede por nosotros ante Dios para que descienda entonces su Gracia. Y el regalo y la invitación propia del evangelio se nos hace esta decisión de la madre al decir “hagan todo lo que él les diga”, no sólo como una orden dada a los sirvientes o una orden que recibimos para mirar a Jesús, sino también porque manifiesta la confianza de aquella que sabe lo que puede hacer el Hijo por nosotros, o como los que están disfrutando de esta boda y padecen esta necesidad.

Reconocer su fe en Jesús nos hace creer más, confiar más en lo que Él puede obrar en nosotros, aunque no lo sepamos. Y descubrimos así que en el agua de nuestras vidas donde se acaba el sabor… donde falta la alegría del buen vino es su Gracia la que se desborda y nos plenifica.

Le pedimos a María que interceda por nosotros para que le acerque a Dios nuestra necesidad y recibamos la abundancia de su Misericordia.