San Marcos 5, 21-43
La iglesia
celebra hoy a San Juan Bosco quien nació el 16 de agosto de 1815 en Italia , y
recibió de su madre una sólida educación cristiana y humana. Dotado de
inteligencia, memoria, voluntad y agilidad física no comunes, desde niño fue
seguido por sus coetáneos, a quienes organizaba juegos que interrumpía al toque
de las campanas para llevarlos a la iglesia. Fue ordenado sacerdote en Turín en
1841, y allí comenzó su actividad pastoral.
Su programa,
o mejor, su pasión era la educación de los jóvenes, los más pobres y
abandonados. Reunió un grupito que llevaba a jugar, a rezar y a menudo a comer
con él. La incómoda y rumorosa compañía de Don Bosco (así se lo llamaba y se lo
llama familiarmente) tenía que estar cambiando de lugar continuamente hasta que
por fin encontró un lugar.
Con la ayuda de su mamá, sin medios materiales y entre la persistente
hostilidad de muchos, Don Bosco dio vida al Oratorio de San Francisco de Sales:
era el lugar de encuentro dominical de los jóvenes que quisieran pasar un día
de sana alegría, una pensión con escuelas de arte y oficios para los jóvenes
trabajadores, y escuelas regulares para los estudios humanísticos, según una
pedagogía que sería conocida en todo el mundo como “método preventivo” y basada
en la religión, la razón y el amor. “La práctica del método preventivo se base
toda en las palabras de San Pablo que dice: La caridad es benigna y paciente;
sufre todo, pero espera todo y aguanta todo”.
Para
asegurar la continuidad de su obra, San Juan Bosco fundó la Sociedad de San
Francisco de Sales (los Salesianos) y Hijas de María Auxiliadora (las
Salesianas). Fue un fecundísimo escritor popular, fundó escuelas tipográficas,
revistas y editoriales para el incremento de la prensa católica. Aunque ajeno a
las luchas políticas, prestó su servicio como intermediario entre la Santa
Sede, el gobierno italiano y la casa Saboya.
Fue un santo
risueño y amable, se sentía “sacerdote en la casa del pobre; sacerdote en el
palacio del Rey y de los Ministros”.
Nunca se
avergonzó de sus amistades con los protestantes y los hebreos de buena
voluntad: una vez dijo: “Condenamos los
errores, pero respetamos siempre a las
personas”. San Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888 y fue canonizado por Pío
XI en 1934.