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20 de enero


 

San Marco, 3, 7-1

Jesús subió al monte y llamó a los que quería

y vinieron a él.

Nombró a Doce, a los que también llamó Apóstoles

para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios....

Trato de imaginarme pasando tiempo con los Apóstoles y todo lo que experimentaron.

 No dudaron en seguir a Jesús y, aunque mostraron dudas, tuvieron periodos de ira y traición, también crecieron en su fe, amor y santidad hacia Jesús, entre ellos y hacia todos los que encontraban.

 Aunque no tengamos los Apóstoles de ayer, ¿no estamos todos llamados a ser discípulos? A compartir y ser maestros de la Palabra.

 A orar y pasar tiempo con nuestro Señor Jesús. Hacer examen de conciencia, reflexionar en silencio.

 La meditación concentrada es tan importante para la rutina diaria como el trabajo, la familia y el tiempo de ocio. Estos tiempos devocionales nos brindan la oportunidad de recordar cómo nos ama Jesús y nos invita a recordar y deleitarnos en el calor de este amor.

"Ámense  los unos a los otros como yo los he amado" (Juan 13: 34-35). Jesús nos ama de una manera que no comprendemos y nos manda que nos amemos unos a otros.

Debemos ser sensibles a este mandato para que podamos tener el tipo de relación con Jesús que sirve a un propósito mayor. Si no respondemos, debemos preguntarnos por qué. ¿Cuáles son las barreras y los desafíos para amar abiertamente a Jesús y a los demás?

  Recuerda el mandamiento "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:31) y pídele a Jesús que elimine esas barreras.