San Marco, 3, 7-1
Jesús subió
al monte y llamó a los que quería
y vinieron a
él.
Nombró a
Doce, a los que también llamó Apóstoles
para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar y que tuvieran autoridad para expulsar a los demonios....
Trato de
imaginarme pasando tiempo con los Apóstoles y todo lo que experimentaron.
No dudaron en seguir a Jesús y, aunque
mostraron dudas, tuvieron periodos de ira y traición, también crecieron en su
fe, amor y santidad hacia Jesús, entre ellos y hacia todos los que encontraban.
Aunque no tengamos los Apóstoles de ayer, ¿no
estamos todos llamados a ser discípulos? A compartir y ser maestros de la
Palabra.
A orar y pasar tiempo con nuestro Señor Jesús.
Hacer examen de conciencia, reflexionar en silencio.
La meditación concentrada es tan importante para la rutina diaria como el trabajo, la familia y el tiempo de ocio. Estos tiempos devocionales nos brindan la oportunidad de recordar cómo nos ama Jesús y nos invita a recordar y deleitarnos en el calor de este amor.
"Ámense
los unos a los otros como yo los he
amado" (Juan 13: 34-35). Jesús nos ama de una manera que no comprendemos y
nos manda que nos amemos unos a otros.
Debemos ser
sensibles a este mandato para que podamos tener el tipo de relación con Jesús
que sirve a un propósito mayor. Si no respondemos, debemos preguntarnos por
qué. ¿Cuáles son las barreras y los desafíos para amar abiertamente a Jesús y a
los demás?
Recuerda el mandamiento "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:31) y pídele a Jesús que elimine esas
barreras.