San Marcos
3, 1-6
En el
evangelio vemos que Jesús elevó nuestra comprensión del poder celestial a otro
nivel. Esta historia es mucho más que
una mano seca, que cambia una vida para siempre a través de una curación
milagrosa. Jesús fue capaz de ver dentro
de los corazones de los fariseos, para entender cómo se habían perdido la parte
más importante del amor.
Jesús utilizó este milagro para lograr mucho
más que bendecir a un hombre y a su familia.
¿No es esa la lección que encontramos repetida a lo largo de la Biblia?
Dios llega a
cada uno de nosotros en muchos niveles con cada historia del Antiguo y Nuevo
Testamento.
Este hecho por sí solo da testimonio de la
importancia crítica de pasar tiempo en Su Palabra todos los días. Esta historia no termina con la pregunta de
Jesús a los fariseos: "¿Es lícito hacer el bien en sábado en vez de hacer
el mal, salvar la vida en vez de destruirla?".
Esa pregunta retórica no sólo llega al corazón de los fariseos, sino también al mío. Parece sugerir una vez más que Jesús tiene una comprensión del amor ágape mucho más profunda que la mía. Algo en lo que debo trabajar continuamente, porque Jesús los miraba con ira mientras se dolía de la dureza de su corazón. Esa parece ser la definición del amor de Jesús. El tipo de amor que da esperanza a mi vida rota, a mi corazón roto.
Querido
Padre Celestial, tu Palabra es tan asombrosa, tan poderosa. Contiene la impactante sabiduría que tan
desesperadamente necesito.
Gracias por tu paciencia así como por el
tiempo que nos das para pasar contigo cada día, escuchándote y estudiando.
Ayúdame a convertirme en el hombre que has
creado para que sea. En el nombre de
nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Amén