San Juan 3,16-21
Estamos en la segunda semana de pascua y este evangelio nos
trae unas palabras muy hermosas como, por ejemplo. “Dios amó tanto al mundo que
entregó a su Hijo para que todos tengan Vida eterna” ¡Qué bueno que el mismo Jesús
nos muestre y nos diga hasta dónde llega el Amor del Padre Dios al mundo!
“El Hijo vino para Salvar, no para condenar” ¡Qué bueno que
de este Amor de Padre todos estemos beneficiados, porque todos podemos
salvarnos! ¡El Padre y el Jesús sólo quieren Salvarte!
“El que Cree en Él se salva” ¡Renovándote y aceptando a
Jesús, te salvas!
Pensaba y resonaba en
mí que, en este tiempo de Pascua, tiempo de alegría, de libertad y comunión
fraterna, que bueno sería que puedas mirarte y dejarte mirar por el Resucitado
que solo quiere salvarte ¿te lo imaginas mirándote y diciéndote: "¡Vine
para salvarte!"? Bueno, cada día lo hace en cada Misa, en cada Eucaristía.
Pensaba también si yo estoy respondiendo a Jesús ésta
mirada, con un corazón creyente, dejándome amar, salvar, amando y haciendo mío
su mensaje, su vida.
Me preguntaba también si tengo la capacidad de dialogar con
otro como Él lo hizo con Nicodemo, el Fariseo, escuchando sus preguntas y
respondiendo con un corazón amado y apasionado por la voluntad del Padre.