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16 de noviembre

 

San Lucas 19, 1-10

La Palabra hoy nos regala el relato del encuentro de Jesús con Zaqueo, en Jericó. Zaqueo era jefe de los publicanos y rico, dice la Palabra, no era querido por el pueblo. Siendo de baja estatura y queriendo ver a Jesús, se sube a un sicomoro. Es Jesús, sin embargo, quién yendo de camino, lo mira y le dice, llamándolo por su nombre que baje pronto, porque quería alojarse en su casa.

 

El Evangelio no nos dice nada del encuentro, solo las consecuencias, la multitud que murmura, Zaqueo que resueltamente decide dar sus bienes a los pobres y devolver cuatro veces más a quién le haya engañado y nos termina diciendo Jesús, hoy ha llegado la Salvación a esta casa.

 

Que interesante y enriquecedora es la actitud de Zaqueo, a pesar de la consideración que tenía la multitud de él, quería ver a Jesús y como la multitud se lo impedía, busco alternativas, se subió al árbol y no sólo eso, sino que después de recibir al Señor en su casa, decidió transformar su vida.

 

Que bueno es descubrir a Jesús, que sabiendo de Zaqueo, es quien toma la iniciativa y quién se alegra de que la Salvación haya llegado a esta casa.

 

Es contrastante la actitud de la multitud, que también queriendo ver a Jesús y estando cerca de Él, solo murmuraron, se ha ido a casa de un pecador.

 

Que buena noticia es recordar que siempre Jesús sabe donde estamos, quienes somos y de igual modo, tomando la iniciativa quiere alojarse en nuestra casa, mirándonos, llamándonos por nuestro nombre.

 

Y que bueno es que Zaqueo, nos deje su ejemplo y testimonio de búsqueda de Jesús. Porque para que llegue la Salvación hasta nuestra casa, necesitamos muchas veces sobreponernos a la multitud que no nos deja ver a Jesús, esa multitud de prejuicios de los demás y los propios, ponernos incluso por encima de nuestros pecados y dificultades o problemas y ante el llamado de Jesús bajar pronto y abrir la puerta de casa.